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Joven tepatitlense halla nueva vida en la cárcel

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En Puente Grande

• De niño vendía chicles en las calles pero terminó en el narco

• Los vicios y las malas compañías lo orillaron a pedir dinero y a robar

• Ahora estudia, aprende un oficio y dice estar mejor preso que libre

7 días.- Luis Miguel Pérez, tepatitlense de 26 años que purga una condena de 30 años desde 2012 por homicidio en la penal de Puente Grande, asegura que se encuentra mejor ahora que está recluido, pues ahora cree en Dios, estudia y está aprendiendo un oficio, que cuando vivía en libertad en Tepa, donde solo delinquía, se drogaba y era maltratado por sus familiares y amigos.

De acuerdo con una entrevista realizada por el diario Mural a Luis Miguel, éste relata que a la edad de 10 años comenzó a fumar; a los 13 ya bebía alcohol y a los 15 probó las drogas, delinquiendo desde entonces para sufragar sus vicios.

Señala que en 2012 lo acusaron por un homicidio que asegura no haber cometido, pero “andaba en eso y por eso lo metieron en esa ‘bronca’” y desde entonces se encuentra recluido en la penal de Puente Grande con una condena de 30 años.

Abundando sobre su vida antes de ingresar a la cárcel, Luis Miguel relata que cuando era un niño vendía chicles en la calle y pedía dinero, pero al entrar a la adolescencia comenzó a robar y pronto se vio envuelto en el mundo del narcotráfico, donde “se sentía un gran poder”, hasta que en 2012 fue acusado de homicidio.

Durante su infancia y adolescencia vivió con su madre, padrastro y medios hermanos y fue hasta hace poco en la cárcel donde por fin conoció a su verdadero padre. El ambiente familiar y las amistades en la calle, donde solo recibía agresiones, maltratos y burlas fue lo que lo condujo a las drogas y a la vida criminal.

En todo ese tiempo consumió tal cantidad de drogas y alcohol que ya no recuerda su fecha de cumpleaños, lo que sí tiene presente es que al día llegaba a consumir nueve botellas de alcohol del 96, mezcladas con jugo, sin embargo todo eso cambió a partir de su estancia en la cárcel, donde dejó las adicciones y no muy convencido al principio comenzó a estudiar y a prepararse.

Aparte de dejar las drogas y el alcohol Luis Miguel se la pasa estudiando todos los días en la biblioteca de la penal, ya aprendió el oficio de la repostería y hasta asegura creer en Dios a raíz de estar preso.

Incluso la vida en prisión le ha permitido conocer a su padre, quien hace pocos meses, al saber que su hijo se encontraba encarcelado, decidió ir a conocerlo a Puente Grande y desde entonces lo visita con regularidad. “Siento bonito porque cada vez que viene me da un abrazo; no sabía lo que se sentía ser abrazado por tu padre”, describe el emotivo momento el tepatitlense.

Y a pesar de encontrarse preso y con una larga condena por delante, Luis Miguel dice sentirse mejor ahí que en las calles de Tepa donde se drogaba y delinquía.


"Sinceramente, me siento más a gusto ahorita aquí. ¿Porqué?, porque mi vida en la calle, a pesar de que estaba libre, no era libre como yo pensaba", asevera.

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